¿Por qué preferimos sufrir?
Por Isabel Fernández del Castillo
Cada vez más mujeres eligen dar a la luz sin epidural, para participar con intensidad en el nacimiento de sus hijos y beneficiarse de las ventajas de un parto natural. Estamos ante un nuevo fenómeno, mezcla de mimetismo social, ideología ecológica y acto reivindicativo. ¿Te atreves?
Verónica Blume, Icíar Bollaín, Aitana Sánchez Gijón... cada vez más españolas –conocidas o no– renuncian a la promesa de un parto indoloro, con epidural y hospitalización, en beneficio de su salud y la de sus hijos. Y es que, en el caso del parto, la tecnología no es necesariamente sinónimo de progreso. En España, el modelo de atención al parto es intervencionista e invasivo, y arrastra falsos mitos obstétricos originados hace dos siglos –como que la episiotomía previene desgarros–.
Un modelo del que toda Europa está de vuelta, ya que la tendencia actual es desmontar la parafernalia obstétrica y proveer a la madre y al bebé de una asistencia respetuosa; limitando las intervenciones médicas. La tecnología en el parto está bien empleada cuando resuelve una situación que supondría algún daño para la madre o el bebé –como podría ser una cesárea por placenta previa–.
Pero está, sin duda, mal empleada cuando inhibe y sustituye funciones que la naturaleza hace sola. En este caso se genera una cascada de consecuencias que a su vez hacen necesarias más intervenciones; la experiencia del nacimiento se desvirtúa, y a los implicados se les priva de vivir experiencias esenciales para su vida emocional, su futuro y el de nuestra especie.
Los ejemplos en el campo de la obstetricia son innumerables: el parto es forzado por la hormona oxitocina, se corta el periné por rutina, no se preserva la intimidad de la madre durante la dilatación y el expulsivo, se obliga a la posición horizontal durante ambas etapas... Además, en España se continúa pinzando el cordón umbilical inmediatamente tras la expulsión, una práctica muy lesiva para el bebé. El cordón sigue latiendo y suministrando sangre oxigenada de la placenta al bebé durante varios minutos, tiempo previsto por la naturaleza para comenzar a usar sus pulmones sin riesgo de privación de oxígeno. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero a veces son elocuentes.
Tomamos el pulso verdadero a la situación en España comparándola con otros paises. Descartamos el caso de Holanda, donde nunca se generalizó el parto medicalizado, porque el contraste sería demasiado radical. El Reino Unido estaba hace 20 años igual que España. Un buen ejemplo de que el cambio es posible.
¿Es mejor parir en Inglaterra que en España?
«De quién es» el parto
Inglaterra: La mujer es protagonista de su parto, es sujeto de derechos y tiene la capacidad para tomar decisiones sobre los aspectos del proceso, siempre que no haya ninguna complicación médica. Se anima a la mujer a poner por escrito cuáles son sus deseos y elaborar un plan de parto del que hablará con su matrona, y que se adjunta a su historial para el día del parto.
España: La Ley General de Sanidad y la Ley de Autonomía del Paciente reconocen el derecho de la madre a recibir información y decidir sobre los tratamientos que se le proponen, y a que se le den alternativas en caso de no desearlos. En lo que concierne al parto, estos derechos deberían ser respetados con mayor motivo, porque una parturienta no es una paciente, sino una mujer viviendo un proceso saludable. Pero esos derechos se ignoran casi siempre.
Quién atiende en el parto
La tasa de cesáreas y partos instrumentales es inversamente proporcional a la autonomía de las matronas. Cuanta más independencia, menos intervenciones. Mientras, los obstetras tienden a intervenir aun cuando no hay necesidad.
Inglaterra: El seguimiento del embarazo y parto normales son responsabilidad de la matrona. La mujer conoce al equipo de matronas que le va a atender, lo que evita las sorpresas el día del parto. Se preparan en escuelas de matronería independientes.
España: En los años 80 se clausuraron las escuelas de matronas, reabriéndose diez años más tarde como una especialidad de enfermería. Así se logran dos cosas: se asegura la subordinación de la matrona al médico y una formación intervencionista. Han perdido habilidades de las comadronas antiguas, pero son expertas en manejar el instrumental. En la medicina pública las matronas atienden los partos normales, pero la mujer no sabe quién le va a tocar, lo que deja al azar esta cuestión tan fundamental. En la medicina privada el responsable es el médico, y la matrona pasa a ser una simple ayudante, lo que provoca que la tasa de cesáreas sea aún más elevada.
Intimidad
La necesidad de intimidad de la parturienta no se explica sólo en términos de dignidad o respeto. Una mamífera no puede dilatar si se siente amenazada, observada, dirigida o manipulada. Todo lo que produce estrés y estimulación del neocórtex es inhibitorio y dificulta el parto. Son perjudiciales la falta de intimidad, la presencia de desconocidos, el entorno ruidoso y luminoso inapropiado, y la postura impuesta.
Inglaterra: La mujer pare en la habitación, en cuya puerta hay un cartel que dice Llamar dos veces y esperar respuesta. No entrar. Nadie puede pasar sin permiso de la comadrona o la persona que la acompaña. Ni siquiera puede estar una estudiante de matrona si la mujer no consiente. Detrás de la puerta hay una cortina que impide ver a la parturienta nada más abrir.
España: La mujer dilata en la habitación y pare en el paritorio, donde cualquiera con bata blanca o verde entra intempestivamente. La necesidad de intimidad no se respeta. Es habitual que hagan tactos personas distintas, sobre todo en los hospitales universitario donde los estudiantes hacen prácticas. Y sin permiso, por supuesto.
Rotura de membranas
La bolsa amniótica intacta durante el parto tiene ventajas: evita el prolapso de cordón –su salida del útero–, facilita los movimientos de rotación del feto y amortigua el efecto de las contracciones sobre el bebé, lo que es importante en caso de vuelta de cordón.
Inglaterra: A la luz de los nuevos datos, esta práctica está cayendo en desuso. El parto se estimula cuidando las condiciones que favorecen el cambio del estado de consciencia en la mujer y la producción interna de oxitocina y, por supuesto, respetando su libertad de movimientos.
España: Las membranas se rompen –por sistema– para acelerar el proceso del parto.
Posición durante la dilatación
Moverse y cambiar de postura favorece la dilatación y facilita la colocación, la rotación y el descenso del bebé. El instinto indica cuál es la mejor postura a través de un lenguaje infalible: la más cómoda es también la más fisiológica.
Inglaterra: La mujer tiene total libertad para moverse, caminar, colgarse de alguien, bañarse, sentarse sobre pelotas de goma, ponerse a cuatro patas o de rodillas apoyada sobre la cama, descansar o tumbarse entre contracción y contracción y, en suma, para hacer lo que le plazca. Puede beber y comer cosas ligeras que le aporten energía y no le produzcan digestiones pesadas.
España: Lo habitual es dilatar inmovilizada en la cama, boca arriba, con las correas del monitor y el gotero de oxitocina. La postura y la falta de intimidad dificultan la dilatación y hacen del parto una dura prueba. La oxitocina provoca contracciones más dolorosas. No se permite comer ni beber.
Monitor
Ejemplo elocuente de pescadilla que se muerde la cola, el monitor es siempre testigo, pero con frecuencia también es causa de sufrimiento fetal al obligar a la madre a estar tumbada; en una postura que genera innumerables complicaciones.
Inglaterra: Sólo se monitoriza continuamente los partos de riesgo, ya que en casos normales, el monitor aumenta las cesáreas pero no mejora los resultados. En los partos normales se escucha al bebé con el cardiotocógrafo de bolsillo cada quince minutos.
España: La monitorización constante es habitual. A veces con un monitor interno –pinchando el cuero cabelludo del bebé–.
Oxitocina
Esta hormona, que se aplica de modo rutinario, tiene muchos efectos: contracciones más dolorosas, aumento del riesgo de sufrimiento fetal y maternal, incremento de la necesidad de intervenciones: episiotomía, fórceps y epidural. Es, como la postura horizontal, responsable de numerosas cesáreas.
Inglaterra: A no ser que se trate de un caso de inducción, no suele aplicarse.
España: La oxitocina –usada sistemáticamente– forma parte del protocolo porque fuerza el parto, al que no se le asigna el tiempo que requiere su proceso natural.
Episiotomía
Las principales causas de grandes desgarros son la posición horizontal, que alarga y estrecha el canal del parto, y la episiotomía. El Dr. Wagner (OMS) la considera una mutilación genital cuando no resulta necesaria, que es la mayoría de las veces.
Inglaterra: Se evita por todos los medios, prefiriéndose incluso un desgarro a una episiotomía, porque éste cicatriza mejor y tiene menos efectos secundarios. Sólo se realiza si se prevé que el desgarro va a ser mayor, lo que ocurre raramente. A las mujeres se les informa con antelación cómo hacer para evitar empujar fuerte, permitir que la cabeza del bebé corone lentamente y facilitar el reflejo de expulsión fetal.
España: Se realiza por sistema. De manera que para prevenir el 8% de posibles desgarros, se desgarra a todas las mujeres. Eso sí, se les informa y así ellas creen que es bueno.
Epidural
Puede retardar la dilatación si se aplica antes de que ésta alcance los 5 cm , hasta el punto de requerir –en determinados casos– la cesárea. Es más frecuente en las inducciones, ya que un parto inducido es más doloroso que el normal y la epidural se pone antes.
Inglaterra: La mujer tiene acceso a ella, pero no está garantizado que cuando la pida haya un anestesista disponible. Lo que se hace es evitar los procedimientos que provocan dolor –oxitocina, inmovilización boca arriba, episiotomía– , restringiendo su uso al mínimo. A las mujeres se les ofrece otras opciones más agradables y menos invasivas: baño de agua caliente, masajes en la zona lumbar o en los pies, sentarse en una pelota de goma…
España: Es la última gran conquista femenina, la guinda del pastel del parto hospitalario, más doloroso que el natural.
Paritorio
Las mamíferas necesitan sentirse a salvo y tranquilas para dar a luz. La influencia del entorno y las personas presentes son determinantes para que el proceso de dilatación se complete de forma correcta.
Inglaterra: El parto tiene lugar en la habitación, y la mujer está acompañada por su pareja o la persona que ella decida, –incluido niños–, dos matronas, y sólo si es necesario el ginecólogo y/o el pediatra.
España: La mujer pare en el paritorio, un lugar bastante incómodo además de feo, demasiado luminoso y ruidoso, donde cualquiera puede entrar y en el que la mujer se siente muy vulnerable.
Posición durante el expulsivo
Cualquier postura es válida si la mujer se siente cómoda. La única inapropiada, y que ninguna parturienta escogería de motu proprio, es la litotomía: tumbada, con los pies sujetos en alto. Se trata de una reliquia del pasado que sería denunciable por los daños que puede originar.
Inglaterra: Las mujeres paren en la postura que desean: en el taburete obstétrico, en cuclillas, a cuatro patas, de pie, de rodillas, en la bañera, sentadas, de lado. La posición de litotomía se reserva únicamente para los casos en que se deben utilizar los fórceps o la ventosa, que suceden muy raramente. La cama es adaptable y puede plegarse hasta convertirse en un sillón con perneras abatibles.
España: El potro obstétrico, continúa siendo la estrella indiscutible del paritorio por dos motivos: es el más cómodo para el personal del hospital y asegura una posición de superioridad en relación a la mujer.
Post-parto
La hora siguiente al parto es un periodo crítico para el establecimiento de un vínculo madre-hijo, que influye poderosamente en la relación entre ambos.
Inglaterra: Tras el nacimiento, el recién nacido se da directamente a la mamá y se les deja tiempo e intimidad para estar juntos y establecer el vínculo. Se promueve el contacto piel con piel y el inicio temprano de la lactancia. Se mantiene al bebé siempre con su madre, no hay salas-nido. Una vez en casa, la madre recibe la visita de la matrona durante el primer mes.
España: No está previsto que no deba romperse ningún vínculo. Éste se entorpece por las muchas prácticas a las que se somete al recién nacido, porque hay que suturar la episiotomía o porque se lo llevan a observación. Cuando hay cesárea suele ser peor. En cualquier caso los centros actúan como si el bebé fuera de su propiedad. Por la noche, muchos hospitales se llevan el bebé al nido para que la madre descanse, lo quiera o no. A veces se les dan biberones o suero glucosado sin consentimiento de la madre.
El principio del cambio
Espoleado por las reivindicaciones de las mujeres y las advertencias de la OMS,
el Reino Unido inició su transformación en los años 90, estableciéndose como objetivo el parto natural atendido por la Seguridad Social y la promoción de la lactancia materna, evitando las prácticas hospitalarias que tanto interfieren con el establecimiento de la misma. También se incluyó el parto en casa como opción para partos normales dentro del sistema estatal de salud. El primer paso fue devolver a las matronas la responsabilidad del cuidado de los embarazos y partos sin problemas, y una modificación de los programas de estudios en las escuelas de matronería.
Reportaje completo en la edición impresa [ELLE nº 211]
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