Parirás con pasión

Hace más de 30 años que el obstetra Carlos Burgo supo que tendría que desaprender buena parte de su formación como médico para poder asistir partos “humanizados”, la manera más sencilla de decir que aquí la protagonista es la parturienta y no el profesional.

Por Sonia Santoro

Cuando Carlos Burgo se pone a hablar de su trabajo en favor de partos más humanos, eleva la voz y las palabras le brotan como si su boca fuera un salto en un gran río; un río caudaloso que empuja con ideas y experiencias de años. En ese magma aparecen palabras como zozobra, placer, magia, encuentro, conexión, explosión, dolor con sentido, para nombrar de algún modo a esos miles de momentos en otros tantos partos de las mujeres que decidieron que él las asistiera, a lo largo de sus 35 años como obstetra. Esa militancia aparece en su reciente libro: Parir con pasión. Escenarios, escenas y protagonistas del parto y del nacimiento, de Editorial Longseller. Libro que alienta a quitar al nacimiento de ese lugar unívoco que la cultura le ha asignado como momento doloroso para encontrarle otros múltiples sentidos, mucho más gratificantes.
La iniciación de Burgo fue hace 35 años. Cuando una mujer, con dos hijos y llevando un embarazo de 5 meses, lo invitó a presenciar su parto, que había decidido tener en la casa. “A mí se me dio vuelta la cabeza. Yo dije, tengo que dar vuelta la página y volver a aprender”, recuerda Burgo.

- ¿Podría hacer una breve historia del parto humanizado?
- En el 2000 se hace la Primera Conferencia Internacional por la Humanización del Parto, se crea la Red Latinoamericana por la Humanización del Parto y empieza fuertemente a usarse este concepto. Pero, en realidad, la preocupación asistencial viene de bastante tiempo atrás. Ya en el año 1985 en Fortaleza, Brasil, la Organización Mundial de la Salud hizo una declaración sobre la idea de la humanización: los 16 principios. Todo esto con mucho trabajo previo en Estados Unidos, en Londres. En Holanda, desde hace muchos años, que una mujer pueda parir en su casa forma parte del estamento oficial. Hubo un momento en que los partos hogareños superaban el 50 por ciento en todo el país. Esto hoy ha bajado, no porque hayan tenido problemas –porque siguen sosteniendo los mejores índices de morbimortalidad de madres y recién nacidos–, lo que pasa es que con la globalización empezó a venir toda la propaganda del parto, la seguridad, el monitoreo, la importancia de la institución, y hoy está en el 30 por ciento.

- Usted habla de considerar al parto como un hecho social.
- Exactamente, porque este modelo hegemónico es un modelo medicalizado. A eso habría que oponerle otra concepción ideológica, ético asistencial. El término que mejor lo nombra es “humanizado”, porque es rescatar aquellos valores que en el modelo tecnológico están totalmente perdidos: la capacidad de reflexión, que es lo que nos distingue como humanos. Hoy hay que armar una ley para que la mujer pueda decidir por sí misma quién quiere que la acompañe, siendo que durante la mayor parte de la historia humana el parir era un acto social. Hay pocas culturas donde la mujer buscaba una cosa muy íntima como estar sola, lo que predominó siempre fue que el hecho de parir era un hecho convocante. En algunas culturas aparecía sí la apelación al grupo, al chamán, a alguien que cubriera eseaspecto tenebroso que tenía el nacimiento, porque, bueno, hubo épocas largas donde las mujeres se morían, pero se morían porque tenían 20 hijos, era otra historia.
La comunidad médica, sin embargo, no parece muy permeable a estas ideas.
Pero sí tiene una recepción fabulosa en las parteras. Yo creo que si va a haber un cambio importante en el sentido de mejorar al calidad asistencial va a ser, primero, porque las mujeres se sensibilicen y empiecen a tomar conciencia de lo que implica parir en su vida personal, como mujeres. Y, segundo, gracias a las parteras. El problema con las parteras es que a pesar de que las une con las mujeres la cuestión de género, a veces son peores que los médicos, el nivel de medicalización que tienen es terrorífico. Pero también en este momento hay un grupo de parteras, que no son poquitas, mucho más sensible a estas cuestiones que los médicos.

- ¿Cómo hacen para tener mejores partos las mujeres que se atienden en el sector público o que tienen obra social?
- En realidad, lo que hay que lograr es un cambio de actitud de los médicos, para que haya un cuestionamiento permanente sobre cada práctica. Para mí el paradigma de este modelo tecnocrático asistencial es lo que se llama la posición de litotomía, es acostar a una mujer, colgarla de las piernas y ponerla a parir en esa posición, algo que no tiene justificación científica.

- Es para comodidad del médico.
- Eso nació en el siglo XVII con el forceps –un instrumento extraordinario para resolver situaciones muy puntuales de emergencia– que sólo se puede usar con la mujer acostada. Pero claro, desde que se acostó a la mujer para usar el forceps nunca más, en los próximos 300 años, pudo seguir pariendo como lo hacía hasta ese momento. Y no se volvió nunca a pensar sobre eso.
- Hay en usted una preocupación por el lenguaje, propone hablar de “asistido” en lugar de “paciente”; erradicar el uso indiscriminado de “mamita” para llamar a las embarazadas...
- Claro porque el lenguaje no es inocente, cuando uno dice algo está impregnado de ideología. Nadie es paciente, uno se encuentra con una persona. Cuando uno lo pone en el lugar de paciente está creando una cosa asimétrica. ¿Qué es ser paciente? Estar supeditado al otro, casi como que se llega a obturar la palabra y el sentir de la persona; que de hecho es un problema de la medicina global.

- Usted rescata al parto como erótico, sexual, conceptos que se clausuran cuando se trata a la parturienta como una niña o una incapaz.
- Sí, es un trabajo muy grande conseguir un cambio porque hay que reconstruir toda una cuestión y volver a reconstruir, pero cada uno consigo mismo. ¿Cómo alguien desde el lugar de asistente puede dar lugar a que emerjan estas cuestiones dentro de un modelo totalmente medicalizado? Es imposible, porque además genera mucha angustia cuando uno deja liberada a una mujer. Las mujeres hablan de los estados alterados de conciencia por los que atraviesan, lo gestual, lo anímico que se mueve ahí, bueno hay que haber reflexionado mucho sobre la propia tarea para estar asistiendo a eso como espectáculo.

- ¿Está en contra de los cursos de pre parto?
- Es que esto no es un acontecimiento deportivo. A cualquiera de nosotros nos hace bien hacer actividad física y conectarnos con nuestro cuerpo pero lo que pasa en el parto es otra cosa. Hemos atendido muchísimos partos de mujeres que no hicieron ninguna preparación y han tenido experiencias maravillosas, porque no pasa por ahí, porque en realidad lo que estas mujeres tuvieron es un encuentro consigo mismas desde otro lugar. En realidad, los cursos están diseñados para controlar a las mujeres, para que se porten bien, para que no griten. En todos los cursos viene un anestesista a dar una clase porque no se tolera el dolor, hay que acallarlo. Con lo cual, el mensaje subliminal, lo que te están diciendo es: “Mirá, el parto duele, no te lo vas a poder bancar, ninguna mujer está en condiciones”. Hay tipos con cargos importantes, honores, que están diciendo que en el futuro el parto vaginal va a desaparecer, todas con cesáreas. Los discursos médicos son tenebrosos y además altamente descalificadores. Lo que las mujeres vienen recibiendo desde hace 250 años es que el parto es una situación de alto riesgo, donde se pueden morir, donde necesitan la más alta tecnología, todo esto se vende. Esto va impregnando y ya ha hecho perder aquel saber de transmisión de mujer a mujer que tenía que ver con una experiencia ligada a la vida, a que en realidad hay un montón de cosas que pueden suceder, que se pueden cuidar entre ellas. Entonces, cómo van a poder pensar que es un lugar donde puede haber placer, donde se puede estar bien acompañada, que duele pero que el dolor puede tener otro sentido. Bueno, es difícil cambiar esta historia.

- De todas formas, una mujer puede elegir que le den la anestesia, porque si no pareciera que hay una necesidad de seguir la consigna de “parirás con dolor”.
- Yo no estoy idealizando el parto. Esta es la ideología pero siempre atrás hay uno o varios sujetos, la mujer, el padre, el bebé por nacer. Lo que queremos es que ellos nos digan qué es lo que quieren. Porque también nos ha pasado muchas veces que madres que tenían la firme decisión de un parto en la casa, cuando llegaron a los 4 centímetros dijeron: “Yo no me lo banco más, quiero la peridural”, y todas las estrategias que hicimos no sirvieron, entonces pusimos la peridural.

- Es que el parto es incontrolable.
- Es impredecible, hoy pensás una cosa y cuando estás ahí otra, porque se te viene tu historia encima. Una vez una chica con mucha preparación, durante varias horas no dilataba y costaba tactarla. Entonces, con dificultad le voy a hacer un examen y le agarró una crisis de angustia fenomenal, se pone a llorar. Bueno cerramos las puertas, empezamos a charlar... algo apareció, eso tenía que abrirse. Se le apareció la escena de cuando se recibió de odontóloga y la violaron. Esa escena quedó oculta hasta que tuvo su hijo. Terminó en una cesárea, no podía parir en ese momento. Por eso, el valor que tiene lo que cada mujer lleva consigo cuando se pone a parir. Por eso si una mujer pide una peridural, nosotros vamos a atender a este pedido. El parto es maravilloso, y está lleno de cosas que no sabemos. Lo que nosotros tenemos que hacer es que todo eso emerja, para un lado o para otro, porque la va a ayudar en su crecimiento personal.

FUENTE: Página 12, Suplemento Las/12. 19 de septiembre de 2004
http://www.pagina12web.com.ar/suplementos/las12/vernota.php?id_nota=1462&sec=13