AGOSTO - SEPTIEMBRE 2006


Cuidado: embarazadas trabajando!!
La mayoría de las embarazadas que participan de las actividades de nuestro centro, son mujeres que trabajan.
Es común escucharlas en los grupos de reflexión preocupadas por poder seguir cumpliendo con sus responsabilidades laborales con el mismo ritmo que llevaban antes del embarazo en un momento en que las progresivas transformaciones corporales y emocionales le imponen limitaciones a la habitual dinámica de sus tareas. Por un lado quieren demostrarle a los demás o a sí mismas que pueden seguir siendo tan competentes como siempre; como si el embarazo no les generara ningún cambio. Pretenden desafiar así el argumento en el que por su condición femenina le cuestionaron su competitividad a la hora de contratarla. En nombre de una malentendida igualdad entre los sexos, y con el miedo de perder las conquistas laborales obtenidas, quieren disimular cualquier diferencia que, como el ejercicio de la maternidad, lo ponga en evidencia.
Aparece, además, un sentimiento de culpa frente a los compañeros de trabajo que ante la ausencia de personal que las remplacen en lo que ya no pueden realizar, ven recargadas sus tareas. Si le agregamos a este cuadro que la mayoría de las mujeres trata de trabajar hasta la última semana de embarazo reservando su magra licencia de maternidad de tres meses, para el post parto, nos encontramos con una población de mujeres agotadas, estresadas, sin poder disfrutar de su embarazo, ni contactar con el bebé que están gestando y procesar la cantidad de cambios corporales, emocionales y familiares que la nueva experiencia les plantea.
Una reciente investigación que incluimos en este boletín demostró que “hombres y mujeres responden en forma bastante diferente ante la responsabilidad de un trabajo excesivo, en el marco de una división de tareas en la que, además, las mujeres deben seguir ocupándose de la organización de la casa.”. En la misma se alerta sobre el estrés que sufren las mujeres de hoy, hecho que en nuestra experiencia con embarazadas observamos a menudo, con el agravante que en esta etapa, esta situación representa un factor de riesgo para la salud de la mamá y el bebé. Son los típicos casos de las contracciones uterinas continuas, alta presión, edemas, estados de angustia etc. Finalmente y como un fenómeno cada vez más frecuente para evitar un parto prematuro, las mujeres terminan en general con indicación médica de reposo. Sería interesante plantearse si no hay en este fenómeno una responsabilidad social y como para ir un poco más allá con esa idea, podríamos preguntarnos, qué sucedería si las mujeres resolvieran no gestar más hijos en sus vientres; quiénes tomarían la posta, cómo sería la continuidad de nuestra especie humana si pararan de donar a la humanidad los nueve meses de sus vidas que invierten regularmente para que todos nos perpetuemos?
Ser concientes de la enorme responsabilidad que están desempeñando, puede tal vez ayudar a muchas mujeres a adueñarse de los pocos derechos con los que hoy cuentan y seguir peleando para que se faciliten las condiciones para traer niños al mundo como ya lo están haciendo los países con baja natalidad .

Lic. Viviana Tobi. Directora de Tobi Natal

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