El Mito de la cesárea después de cesárea

(Por Ana María Vega Licenciada en comunicación social - Los Andes On Line)

Antes que nada quisiera agradecer a Los Andes por encarar, una vez más, una temática de la que pocas veces se habla en los medios: el descarado aumento de la cesárea como manifestación de la continua deshumanización de la asistencia de los partos y nacimientos.

Como periodista valoro el enfoque de la misma al mostrar distintas posturas involucradas en la problemática. Sin embargo, creo que hay dos voces más a escuchar, dos voces muy importantes que son precisamente las que hoy no se escuchan y por ello continúa el crecimiento de las cesáreas: la de mujeres que sentimos y sabemos que hemos tenido cesáreas innecesarias y la de la medicina basada en las evidencias que nos da los fundamentos para hablar.

Otro factor que hoy no es tenido en cuenta es todo lo que se ha investigado sobre psicología prenatal y el gran papel que el bebé cumple durante el inicio y todo el proceso del parto. Y esto debería llevarnos a pensar en la posibilidad de que -como sociedad- reflexionemos sobre el facilismo en que estamos cayendo y el fuerte impacto que esto tendrá en nuestro futuro.

Nuestros niños no están pudiendo decidir el momento de nacer porque:

-los médicos/as que atienden a sus madres deben “organizar sus agendas” y “no quieren correr el riesgo que significa un parto natural”,

-porque las mujeres quieren “terminar rápido y sin dolor”,

-porque las parteras, capacitadas para acompañar a la mujer en todo el proceso, siguen “manejando” los partos priorizando la agenda de los/as médicos/as antes que su valiosa labor de acompañamiento,

-porque todos, los involucrados en el proceso, quieren tener “controlado a la perfección” un hecho que es totalmente natural, como la relación sexual que le dio origen y que mientras más intervenido sea, más riesgos presenta.

Michel Odent, el maestro del parto humanizado, dice que nuestro mundo cambiará cuando cambie nuestra forma de nacer.

Y esto, si no damos vuelta el rumbo en que vamos, será cada vez peor.

Respecto de los mitos quisiera abordar sólo uno y es el que reprodujo en sus expresiones la doctora Clara Caruso, acerca de que una cesárea anterior necesita otra cesárea.

Para fundamentar mi oposición quisiera citar palabras del libro ¿Nacer por cesárea?, de la psiquiatra Ibone Olza y el obstetra Enrique Lebrero Martínez, ambos españoles asesores de la lista de internet Apoyocesáreas que da información y sostén a mujeres que tuvimos “innecesáreas”.

“La idea de que tras una cesárea los partos siguientes deben ser por cesárea data de 1916 ... y se fundamenta en el riesgo de rotura uterina porque la incisión en el útero se realizaba a lo largo llegando hasta el fondo del mismo... Al generalizarse la técnica de la incisión pfannenstiel (corte horizontal), se demostró que el peligro de la rotura uterina era mucho menor”.

Así como se dice en la nota que la tecnología ha hecho que las cesáreas tengan menos riesgos, esta cirugía mayor sigue presentando muchos más que el parto vaginal, pero este debe ser “acompañado y respetado”, no “manejado y violentado” con maniobras que pueden complicarlo, como el desprendimiento de membranas, la rotura de bolsa, los tactos repetidos, el goteo, la inmovilización de la mujer en posición horizontal.

Estas prácticas, muy frecuentes en la actualidad, terminan la mayoría de las veces en cesárea al causar distocia y sufrimiento fetal.

Si a esto le sumamos la programación por cesárea anterior, en pocos años más no nacerán niños por parto vaginal y esta generación tendrá como triste y dramático logro haber cambiado la forma de nacer de los seres humanos.

Algo provocado por la medicina “no” basada en la evidencia y con el consentimiento “no” informado de las mujeres.