El masaje al bebé
Un momento íntimo de piel y miradas

Un bebé recién nacido pierde el entorno del útero que lo abrazó durante 9 meses, donde flotaba, podía moverse, jugar con sus manitos, y sentir estímulos constantes que le daban seguridad. Una vez nacido, ya no puede moverse como en la panza, y pasarán algunos meses hasta que sus movimientos reflejos y desordenados se transformen en gestos y respuestas voluntarias. En esa etapa, los cuidados de la crianza van creando en el bebé la ilusión de que lo que él necesita, existe. Como el bebé no entiende su nueva situación (estar en otro medio aéreo, sujeto a la gravedad, con sensaciones que no sabe lo que son, sin poder registrar y poner palabras a lo que siente), necesita estar mucho a upa, cuerpo a cuerpo, para recuperar los latidos, el olor, y la voz de su mamá. Para ésta, el primer trimestre es una etapa de mucho agotamiento, en donde todo es caótico y lleno de presiones. Ya sea porque da el pecho o porque  da el biberón; porque hay tareas domésticas y a menudo apuro para retomar las tareas laborales; porque la bombardean con mandatos sociales como comparar a su hijo con el súper bebé de la revista o la TV, o compararse ella misma con la súper mamá que siempre sabe lo que le pasa al hijo. Encima, debe escuchar las advertencias de todo el mundo sobre no malcriar a su bebé con consejos como no tenerlo mucho en brazos o dejarlo llorar para que aprenda a dormir, entre otras cosas.
En los grupos de masaje al bebé, propiciamos el contacto nutritivo, el respeto, y el diálogo de las mamás con sus hijos a través de la mirada, de la  piel, de la voz, y de la palabra. Decodificando los signos de sus hijos, los padres ganan confianza al reconocer sus señales y entender qué necesita. De ésta manera, equilibramos la turbulencia de la época en que vivimos, creando un espacio de intimidad, de comunicación, de calma.
Por otro lado, la piel tiene miles de receptores que, al ser estimulados por el masaje, mandan esa información al sistema nervioso central, el cual regula todos los demás sistemas (cardiorrespiratorio, digestivo, hormonal, etc.), y luego de dos semanas de masaje se ven cambios importantes. ¿Cómo cuales? El bebé va superando las crisis de cólicos y gases;  se profundiza el sueño; aumentan sus umbrales de tolerancia, se afianza el vínculo con los padres  y ayuda a recuperarse a las madres que atraviesan una depresión post-parto.
El súper bebé del que tanto se habla se logra, en todo caso, con mucho mimo y palabras. Porque cuando el niño se siente amado y respetado en sus necesidades, está más apto para cualquier aprendizaje.

Irene Wainsztein
Fonoaudióloga-Psicomotricista
Educadora de masaje infantil (Asociación Internacional de Masaje infantil)