¿Es peligrosa la participación del marido durante el parto? (Por por Michel Odent ) (traducción de Susana Olaya, Málaga, España como gentileza a la RELACAHUPAN)Hace un siglo, cuando la mayoría de los bebés nacían en casa, esta clase de preguntas habría sido considerada irrelevante. En aquel tiempo, cada uno sabía que el nacimiento era “asunto de mujeres”. Al marido se le adjudicaba una tarea práctica, como podía ser estar durante horas hirviendo agua, pero sin estar envuelto en el parto propiamente dicho. Hoy la misma cuestión es considerada irrelevante o incluso estúpida. Al amanecer del Siglo XXI, todo el mundo sabe la importancia y el activo rol del padre en “el nacimiento de la familia”. La mayoría de las mujeres ni siquiera podrían imaginar dar a luz sin la participación de su “pareja”. “Hemos oído incontable número de historias maravillosas de “parejas dando a luz”. Los padres son bienvenidos incluso en los paritorios más convencionales. A menudo se elude abordar el tema de los maridos en profundidad, y en vez de hablar de una mutación en el concepto, habría que decir que estos asuntos son complejos. En orden a interpretar estos radicales cambios en conceptos y comportamiento, habría que colocar todo esto en su contexto histórico. Es esencial recalcar que el intrigante fenómeno que estamos estudiando, empezó de manera inesperada en la mayoría de los países industriales en los años 60. Fue entonces que una nueva generación de mujeres sintió la necesidad de ser ayudada por el padre del bebé en el momento del nacimiento de este. Ellas empezaron a expresar esta nueva demanda cuando los nacimientos empezaron a concentrarse en hospitales cada vez más y más grandes. Desde un punto de vista histórico, no se puede disociar los partos en los hospitales de la presencia de los padres de los bebés en el parto. Esto también coincidió con el momento en que empezó la tendencia a hacerse la familia cada vez mas pequeña, y comúnmente reducida a la familia nuclear, de manera que en la vida diaria de muchas mujeres, el padre del hijo era la única persona alrededor. Lo que es mas, los años 60 representan el tiempo en que las matronas se convirtieron en uno de los miembros de numeroso equipo médico (en los países donde estas no había desaparecido por completo).Esta claro que la participación de los padres fue una adaptación a situaciones antes no existentes: no había ocurrido anteriormente en la historia del género humano que las mujeres hubieran parido en grandes hospitales entre extraños; la familia nuclear era algo desconocido en ninguna otra cultura y las matronas siempre habían sido independientes. Aquellos que fueron testigos directos de estos traumáticos cambios de comportamiento, recuerdan lo rápidamente que los teóricos establecieron nuevas doctrinas. Por ejemplo, recuerdo haber oído sobre 1970, que la participación del padre estrecharía lazos dentro de la pareja, y que se debían esperar por tanto una disminución en los ratios de divorcios y separaciones. También oí, que la presencia del padre, como persona del entorno familiar, debe de hacer mas fácil el parto, y por tanto que deberíamos esperar una disminución en el número de cesáreas. Los albores del Siglo XXI, significan, 30 años después, el comienzo de otra fase en la historia del nacimiento de los bebés. El actual momento crucial, está relacionado con el rápido desarrollo de “la obstetricia basada en la evidencia” y de la “partería basada en la evidencia”. Uno de los primeros efectos de este enfoque científico es que estimula una nueva conciencia de la importancia de los factores ambientales durante el periodo perinatal. Por ejemplo, aprendimos de una serie de estudios controlados prospectivos al azar que un ambiente electrónico tiende a hacer el parto mas dificultoso y que no tiene otro efecto beneficioso en la estadística que el incremento del número de cesáreas. La Obstetricia basada en la evidencia es un instrumento para la preparación de la “era post electrónica” en la historia de los nacimientos. La actual crisis, inducida por la evidencia basada en la práctica, representa una única oportunidad para reconsiderar muchas teorías e ideas preconcebidas y hacer un inventario de las preguntas que se han de plantear. En lo que concierne a la participación de los padres en el parto debemos plantearnos al menos tres preguntas: Primera pregunta: ¿La presencia de los padres ayuda o dificulta el parto? Aquellas que son lo suficientemente viejas como para recordar los partos donde solo una experimentada y maternal matrona, pero de baja formación, controlaba la escena, se inclinan a plantear la pregunta de esta manera. Nuestro objetivo no es dar respuestas sino analizar las muchas razones del por qué es este problema tan complejo. Hay muchas clases de parejas, dependiendo del tiempo de convivencia, el grado de intimidad, etc. Hay muchas clases de hombres, algunos mantienen una conducta por debajo de la que se espera de ellos mientras sus mujeres están dando a luz; otros tienden a comportarse como observadores o como guías, por otro lado otros son mucho más protectores. En el justo momento que una mujer de parto necesita reducir al máximo su actividad intelectual (de su neocortex) e irse a “otro planeta”, muchos hombres no pueden parar de ser racionales. Algunos se muestran valientes, pero la liberación de sus altos niveles de adrenalina es contagiosa. El doble lenguaje de los seres humanos aparece como la mayor razón del por qué la complejidad de estos temas se están subestimando. Existe un conflicto frecuente entre el lenguaje verbal y el” lenguaje corporal” de las mujeres embarazadas. Con palabras, la mayoría de las mujeres modernas son categóricas al demandar la participación de los padres de los bebés durante el parto, pero en el día del parto las mismas mujeres pueden expresar lo contrario de lo dicho de una manera no verbal. Recuerdo un cierto número de partos que fueron desarrollándose muy lentamente hasta el momento en que el padre de manera inesperada fue obligado a salir (por ejemplo a comprar algo urgentemente antes de que cerraran la tienda), tan pronto como el hombre desapareció, la mujer de parto empezaba a gritar, iba al baño y el bebé nacía después de una serie de poderosas e irresistibles contracciones (a las que yo llamo “reflejo de ejección del feto”). Cuando se plantea este tipo de cuestiones uno ha de tener en cuenta las particularidades de los diferentes estadios del parto. A menudo en la tercera fase del parto, muchos hombres tienen una repentina necesidad de actividad, en el justo momento en que la madre no tiene otra cosa que hacer que mirar a los ojos de su recién nacido y sentir el contacto de la piel de su bebé en una cálida atmósfera. En este momento cualquier distracción tiende a inhibir la liberación de oxitocina y por tanto se interfiere en el alumbramiento de la placenta. Segunda pregunta: ¿Puede la presencia del padre en el parto influir en la vida sexual de la pareja en el futuro? A través de esta pregunta estamos introduciendo un tema muy complejo relacionado con la atracción sexual. La atracción sexual es un misterio. El misterio es un rol que se juega al inducir y cultivar la atracción sexual. Hubo un tiempo en que existieron madres diosas. En aquella época el nacimiento de un niño era enigmático dentro del mundo de los hombres. Tuve oportunidad en el pasado de hablar del nacimiento de sus hijos con mujeres que nacieron ellas mismas al final del Siglo XIX. Ellas no se imaginaban siendo observadas por sus maridos mientras parían “¿Y que pasaba con la vida sexual después de esto?, era su reacción mas común. Hoy en día me quedo perplejo con el gran número de parejas que rompen algunos años después de un maravilloso parto de acuerdo a los modernos criterios. Siguen siendo buenos amigos, pero no tienen relaciones sexuales por mucho más tiempo. Es como si el nacimiento de su hijo, los hubiera hecho más colegas al mismo tiempo que la atracción sexual se iba desvaneciendo. Tercera pregunta: ¿Pueden todos los hombres afrontar las fuertes reacciones emocionales que van a sufrir mientras participan en el parto? No puedo pensar en una mujer viendo la televisión en el momento de estar pariendo, con suero y epidural, sino en una mujer que depende de sus hormonas. Nunca había pensado en plantear esta cuestión, mientras solo tuve la experiencia de partos en el hospital. Durante los días que seguían al parto en el hospital, nadie se preocupaba del bienestar del padre. Al visitar a la familia dos o tres días después de un parto domiciliario, casi siempre encontré a una madre feliz y activa al cuidado de su bebé. Me encontraba una sorpresa al preguntar por el padre. Muy a menudo escuchaba que el padre estaba en cama por un dolor de barriga, dolor de espalda, resfriado o dolor de muelas, o simplemente porque estaba “exhausto”, como la madre me decía. Al referirme a mi experiencia en partos en casa, estoy tentado a afirmar que la depresión postparto del hombre es mas común que la depresión postparto de la mujer, aunque es algo no reconocido. El concepto de la depresión postnatal masculina es un recordatorio de que en muchas culturas existen rituales cuyos efectos canalizan las reacciones emocionales del padre. Todos estos rituales se enmarcan en el concepto de la “couvade” (los antropólogos usan este término que significa originalmente en frances, ¿incubación?). Estos rituales con sus particularidades locales, hacen que el padre se sienta muy ocupado en el momento en que su mujer está dando a luz.. El último ejemplo de esta incubación(no se si es la traducción correcta), es la del hombre hirviendo agua durante horas). No se si ayuda pensar, el caso de un hombre joven que pierde una enorme cantidad de tiempo montando en casa una bañera para parir que ha alquilado, y que finalmente el niño nace antes de que la bañera esté lista. ¿Sería esto revivir esta “couvade”? Mi único objetivo es justificar una serie de cuestiones sugiriendo que los temas son mucho mas complejos de lo que a menudo se cree. Sería prematuro ofrecer claras soluciones. Las preguntas deben preceder a las doctrinas. Michel Odent, médico, fundó el “Centro del Recién Nacido en Londres y desarrollóla Maternidad de Pithivers (Francia), donde se usan las bañeras para nacer. Es el autor de 10 libros (este artículo recordarlo es de 1999, por tanto no cuenta con los libros posteriores),publicados en 19 idiomas. Dos de ellos “Nacimiento Renacido” y la Naturaleza del Parto y la Lactancia Materna”, fueron publicados originalmente en Estados Unidos. Su próximo libro “La cientificación del amor”será publicado en Noviembre de 1999. |