Fisiología y emociones de parto

Desarrollo del trabajo de parto, parto y nacimiento:
El parto es un proceso fisiológico y natural. Las mujeres están preparadas para parir del mismo modo en que todos estamos preparados para respirar o digerir. El bebé crece dentro de la “bolsa de las aguas”, que está pegada a la placenta, y ésta a su vez al endometrio, de donde obtiene todo lo que necesita para nutrir al niño en gestación. La bolsa permanecerá íntegra hasta el momento del nacimiento. En algunos casos puede romperse unas horas antes del nacimiento. Y excepcionalmente antes de que comiencen las contracciones dilatantes. La ruptura de la bolsa no indica el comienzo del trabajo de parto.
El trabajo de parto comienza cuando las contracciones del útero, que venían apareciendo durante el embarazo, se organizan para “tirar” hacia arriba y permitir que el cuello del útero empiece a abrirse (borramiento y dilatación). Las contracciones se vuelven rítmicas, con una frecuencia de pocos minutos entre una y otra, y una duración mínima de 25 segundos y máxima de 1 minuto. La panza se pone dura y aparece una sensación (como de menstruación) en la zona del bajo vientre. Esto indica que el cuello del útero se está modificando.
A medida que las horas pasan las contracciones se hacen más frecuentes, a veces molestas y dolorosas; pero siempre entre una y otra hay minutos en los que no hay dolor. El cuello del útero, que estaba cerrado, se va abriendo hasta tener un diámetro aproximado de 10 centímetros. El bebé, a su vez, va descendiendo dentro de la pelvis. La duración del trabajo de parto variará de acuerdo a cada mujer. Y es probable que durante el trabajo de parto y el parto grite, lloré, se ría, se quede dormida entre contracción y contracción, vomité, haga pis y caca, quiera bañarse, caminar, comer o tomar líquidos o ninguna de las dos cosas, tenga frío y tenga calor. Y todo eso está bien. Cada mujer atraviesa este proceso de una manera única y esa es la correcta para ella.
Al completarse la dilatación, el bebé apoyándose sobre el recto, producirá una sensación refleja en la mamá de “ganas de hacer fuerza” (pujo) que surge espontáneamente. Con estos pujos el bebé irá descendiendo hasta nacer. Puede suceder que en su paso por la vulva, se produzca un pequeño desgarro, que resulta indoloro por la compresión que la cabecita del bebé hace sobre el tejido materno. Apenas nace se coloca al bebé sobre el pecho de la madre para que se reconozcan y sientan los latidos y el calor. Luego de unos minutos, cuando se instaló definitivamente la respiración pulmonar y el cordón cesó de latir, se corta. Cuando se respeta el tiempo para que se instale la respiración pulmonar, generalmente los bebés no lloran “vigorosa” y desgarradoramente, pues ese pequeño pero importante período de tiempo en que el cordón cesa de latir, sumado al contacto estrecho con su madre, hacen que la primera respiración sea más suave y menos violenta.
El bebé instintivamente, cuando sienta la necesidad, se prenderá al pezón. Luego de un rato de ocurrido el nacimiento la mujer vuelve a sentir contracciones, y la placenta, que era la encargada de nutrir al bebé y que ha dejado de funcionar, finalmente sale al exterior, eso se llama “alumbramiento”. Si es necesario, porque hubo un desgarro, se dan algunos puntos en el periné que cicatrizarán en pocos días con escasa molestia.

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