La alimentación
en el embarazo
Por Susana Zurschmitten
Extraído del libro "El embarazo transformador" de Viviana
Tobi
La alimentación en el embarazo cumple una función fundamental
en la salud de la mujer y de su niño antes de nacer. Así
como una dieta equilibrada contribuye al sano crecimiento del bebé,
también ayuda a la futura mamá a mantener un buen nivel
de energía tanto en el embarazo y en el parto, como en el período
posnatal.
Es muy importante que en esta etapa la madre cubra los requerimientos
nutricionales propios y de su hijo, ya que los cuidados adecuados pueden
evitar o disminuir el riesgo de parto prematuro o de bajo beso. En el
caso de las adolescentes, estas medidas deberán ser aun más
respetadas para lograr los dos objetivos: un niño bien nutrido
y una mamá que pueda seguir su desarrollo fisiológico normal
hasta la madurez.
El artículo continúa considerando cuestiones como el peso,
los nutrientes necesarios, los minerales, las vitaminas y los antinutrientes.
Artículo completo:
¨ El peso
Es necesario mantener un peso equilibrado. Si se ha partido de un peso
superior al ideal no será ahora el momento de hacer dietas muy
estrictas, que resten nutrientes necesarios, tanto a la madre como al
niño. Si éste es el caso, se deberá continuar el
embarazo con una dieta equilibrada, y principalmente completa, para lo
cual habrá que evitar los alimentos calóricos y con pocos
nutrientes. El aumento de peso nunca deberá ser inferior a 6 kg
durante el embarazo. Si se partió de un peso normal, la regla práctica
de 1 kg por mes es un buen parámetro.
¨ Los nutrientes necesarios
El organismo de la madre necesitará una cantidad mayor de proteínas,
presentes en las carnes, los huevos, los lácteos, las legumbres,
entre ellas la soja. La soja aporta proteínas completas con la
ventaja de su naturaleza vegetal, por lo cual no contiene grasas saturadas
ni colesterol. Sin embargo, no es muy aconsejable exagerar su consumo.
Una o dos veces por semana sería lo adecuado, especialmente en
el caso de las mamás vegetarianas.
El bebé se alimenta de glucosa, la que pasa a través de
la placenta, por lo tanto es fundamental que la mamá incorpore
alrededor de 170 grs de hidratos de carbono diariamente a fin de evitar
la aparición de un estado llamado cetosis, proceso por el cual
las grasas se transforman en glucosa cuando hay carencia de ella, lo que
puede dañar el sistema neurológico del bebé. Esta
cantidad de hidratos se cubre con el pan del desayuno y de la merienda,
las frutas, sus jugos, las verduras y los cereales.
Es beneficioso tener en cuenta la selección de hidratos de carbono:
aquellos integrales (como el arroz integral, los cereales de desayuno,
el pan integral) aportan, además del almidón, minerales
y vitaminas; entre las vitaminas, las B1, 2, 3, 5, y entre los minerales
fósforo, hierro, potasio, en especial, además de selenio,
manganeso, cobre y zinc, entre otros.
Se pueden evitar los azúcares blancos y consumir en su lugar azúcar
integral, que aporta minerales y fibra.
En este período de crecimiento, el bebé utiliza las grasas
en sangre de la madre, que pasan a través de la placenta. Por esta
razón es importante la calidad de esas grasas, que deben ser vegetales
(aceites de primera presión en frío, algunas frutas secas
como ser almendras, nueces, avellanas, y también semillas, por
ejemplo de girasol o de sésamo). Respecto de las grasas animales,
la mejor de ellas la constituye el pescado de mar, que aportará
ácidos grasos Omega 3, esenciales para el desarrollo neurológico
del bebé. Algunas investigaciones recientes confirman el beneficio
de estos ácidos grasos durante el embarazo. Por un lado, constituyen
un elemento fundamental en el desarrollo del sistema nervioso, y por otro
disminuyen el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer en el transcurso
de la vida del niño. Por lo tanto, es sumamente beneficioso el
consumo de pescado de mar durante el período de gestación.
¨ Los minerales
El hierro es otro nutriente que debe cuidarse. La anemia es frecuente
en el embarazo; si bien hay una tendencia a la disminución en la
concentración de glóbulos rojos por aumento del plasma.
Es necesario diferenciar esta situación normal de la verdadera
anemia, dada por la baja cantidad de hemoglobina.
La absorción del hierro aumenta durante el embarazo al igual que
la utilización del depósito materno de hierro. En la segunda
mitad del embarazo la necesidad se incrementa porque se deben completar
las reservas fetales para los primeros meses de vida, ya que la leche
materna no aporta mucho hierro. Por lo tanto, se deberá aumentar
el consumo de hierro, de ahí que lo más usual sea que el
médico o la nutricionista aconsejen un suplemento de este nutriente.
De todas maneras, es sumamente útil enriquecer la dieta con carnes,
lentejas, porotos, frutas secas y verduras como berro, radicheta, espinaca,
escarola, nabo, repollo, akusai y frutas desecadas. El incremento de vitamina
C a través de cítricos y verduras crudas mejorará
la absorción del hierro de fuente vegetal.
El consumo de calcio también debe aumentarse. Si la madre ingiere
lácteos deberá incrementar la cantidad de acuerdo con el
consejo del profesional tratante; pero si no los tolera, deberá
consultar para poder asegurar un buen aporte diario, necesario tanto para
preservar su salud como para el normal desarrollo del sistema esquelético
del bebé.
El yodo es muy importante para el desarrollo mental del niño. En
nuestro país, la sal común de mesa contiene yodo por una
disposición explícita del Ministerio de Salud Pública,
por lo que resulta conveniente consumir este tipo de sal. En caso de usar
sal marina, se recomienda observar que en el rótulo se especifique
que se trata de sal rica en yodo.
El zinc también debe tenerse en cuenta y garantizar un buen aporte
de este mineral a través de alimentos fuente, como son la avena,
los alimentos de mar, las carnes, los hongos y las semillas de calabaza
o zapallo.
El magnesio, que se encuentra en las legumbres y la soja, las almendras,
las avellanas, los copos de avena y las verduras verdes, es otro de los
minerales que no deben faltar en la dieta de la embarazada.
¨ ¿Y las vitaminas?
El requerimiento de vitamina A también se ve incrementado en esta
etapa. Recordemos que esta vitamina se encuentra en dos formas: como vitamina
A en alimentos de origen animal (lácteos) y como provitamina en
los de origen vegetal, y que es posible identificarla en aquellas verduras
y frutas de color amarillo, naranja y verde oscuro (zanahoria, calabaza,
acelga, espinaca, remolachas, duraznos, damascos y melón, entre
otras). Las fuentes vegetales son mejor toleradas y no reportan riesgos
en caso de excesos. El incremento de frutas y verduras ricas en Beta Carotenos
disminuirá el riesgo de estrías y asegurará una piel
elástica, flexible y humectada.
Es habitual la carencia de vitamina B1; por eso, para mejorar su ingesta
deben consumirse cereales integrales, que además, aseguran el aporte
de vitamina B2 (levadura de cerveza, arroz integral, pan y galletitas
integrales, harina integral, avena).
Es útil aumentar el aporte de la vitamina B6, cuyo requerimiento
se encuentra incrementado. Los cereales integrales, el germen de trigo
y la levadura de cerveza son ricos en vitaminas B. Cuando hay nauseas
y vómitos, la vitamina B6 puede colaborar en la reducción
de estos síntomas. Se puede enriquecer la dieta diaria con germen
de trigo, que aporta vitaminas B y E, un excelente antioxidante. Además,
esta última mejora la elasticidad y lubricación de la piel.
Una especial recomendación es asegurar el aporte de ácido
fólico, por un lado, para evitar la anemia de la madre, y por el
otro para garantizar el normal desarrollo del niño. Esta indicación
es especialmente válida para las mujeres que están planificando
su maternidad, ya que el feto necesita del ácido fólico
en sus primeras tres a cuatro semanas de vida primordialmente. De todas
maneras, en la actualidad se enriquece la dieta con 400 mcg de ácido
fólico durante todo el embarazo para evitar la deficiencia materna,
ya que lo necesita para la síntesis de glóbulos rojos, el
crecimiento del feto y la síntesis de ADN. En el caso de que la
mujer haya tomado anticonceptivos recientemente debe asegurarse un aporte
extra de ácido fólico, ya que éstos medicamentos
dificultan su absorción y aumentan su degradación a nivel
hepático.
La vitamina B12 es fundamental para el desarrollo neurológico y
el crecimiento del bebé, y su requerimiento se cubre en el niño
exclusivamente por la dieta de la madre. Por lo tanto, es muy importante
asegurar su aporte en la alimentación materna durante el embarazo
y la lactancia.
En general, si la mamá come carnes, ya sean rojas o blancas, huevos
y lácteos, no corre riesgos de carencia. En cambio, las mamás
vegetarianas pueden estar, sin saberlo, bajo el riesgo de no poder cumplir
con los requerimientos de su hijo. Aquellas mujeres que incluyan lácteos
y huevos deberán asegurar una dosis diaria de estos alimentos.
Y aquellas mamás que no consuman ni lácteos ni huevos, por
ser vegetarianas vegan, deben asegurar el aporte de esta importante vitamina
a través de cereales enriquecidos, leches de soja enriquecidas
y un suplemento que aporte la vitamina en su forma activa.
La vitamina D es otro nutriente que debe incrementarse para asegurar la
absorción y el metabolismo del calcio; encontramos esta vitamina
en los pescados, la palta, y fundamentalmente a través del sol,
que permite su síntesis endógena.
Las fibras son esenciales para mejorar la flora intestinal y, con ello,
las defensas naturales del organismo. Su consumo diario favorece la diaria
evacuación intestinal, y reduce el riesgo de hemorroides y divertículos.
Las fibras aumentan la viscosidad y el volumen de las heces, así
como el peristaltismo, y ayudan a una correcta eliminación de toxinas
y residuos.
El estreñimiento crónico, facilitado en los últimos
meses por la presión ejercida por el bebé sobre la matriz,
dificulta mucho la circulación y favorece la aparición de
várices.
La fibra debe consumirse con cuidado cuando hay gastritis, úlcera,
divertículos que causan dolor, hernia hiatal y cálculos
vesiculares. En el caso de las personas que no acostumbran incluirlas
en la dieta, es importante hacerlo de a poco para evitar inflamaciones
innecesarias.
¨ Los antinutrientes
La acción perjudicial que ejerce el alcohol sobre el niño
es un dato comprobado. Por lo tanto, su consumo deberá evitarse.
Un vaso de vino ocasional no producirá daños al bebé;
sin embargo, como no se ha determinado un nivel de ingesta sin riesgo,
es más seguro no beber alcohol durante el embarazo.
El café, el té, el chocolate, las bebidas cola, el guaraná,
contienen cafeína, la que actúa como estimulante nervioso.
En el embarazo su acción en la sangre se hace más extensa;
sabemos que fuera del embarazo el efecto dura ocho horas.
Cuando se abusa de la cafeína, se incrementa el riesgo de un parto
prematuro o un bajo peso al nacer. Sin embargo, un consumo de una o dos
tazas de café o té por día no dañarán
al bebé.
Un buen sistema es reducirlo siempre: si se toman varias tazas por día,
elegir una o dos pequeñas; si se toma menos, es más fácil
reemplazarlo por otras bebidas más adecuadas.
El té también contiene cafeína, aunque su absorción
es menor que la del café. El té verde contiene más
antioxidantes y menor cantidad de cafeína.
Las bebidas cola, además de contener este estimulante, no aportan
ningún valor nutricional; por el contrario, irritan las mucosas,
disminuyen las defensas y aumentan el requerimiento mineral. Por lo que
es mejor no optar por ellas, o elegir aquellas bebidas a base de limón.
La malta de cebada tiene una propiedad lactogénica. Esto significa
que aumenta la producción de leche materna. Por lo tanto, es muy
adecuada durante el embarazo y la lactancia.
El hábito de fumar incrementa el riesgo de tener un bebé
con bajo peso, así como también el de un parto prematuro,
un aborto espontáneo y otros problemas.
El cigarrillo disminuye la capacidad de transporte de oxígeno;
además, produce vasoconstricción, lo cual dificulta el flujo
de sangre y nutrientes por la placenta; todo esto significa que el bebé
verá restringida su nutrición.
La vitamina B12 y el zinc tienden a estar en menores concentraciones en
fumadores. Y sabemos que la vitamina C necesita ser aumentada cuando se
fuma. Lo que es más importante, se ha hallado asociación
entre bajos niveles de vitamina C en sangre y baja ingesta de esta vitamina,
con una mayor frecuencia de bajo peso al nacer. Por lo tanto, se aconseja
abandonar este hábito, tanto durante el embarazo como en la lactancia,
y aumentar el consumo de vitamina C. Es un pequeño esfuerzo que
dará grandes frutos: mejor salud para la mamá y para el
niño.
Los edulcorantes deberán restringirse también; es mejor
utilizar azúcar integral, o miel o fructosa, y evitar el consumo
de productos que los contengan. Cuantos menos químicos ingresemos
en el organismo, mejor calidad de nutrientes aportaremos a nuestro bebé.
Y, fundamentalmente, es bueno tener en cuenta la importancia de la nutrición,
que si bien es esencial en todos los períodos de la vida, en el
embarazo cobra mayor importancia porque debe cubrir las necesidades tanto
de la madre como del niño. Por eso, no dude en consultar con su
médico o buscar el consejo de un especialista en nutrición,
que pueda aclarar sus inquietudes y guiarla en esta etapa. La recompensa
será doble: la enorme satisfacción de ver a su bebé
saludable y un estado de bienestar personal, para disfrutar de la maternidad
plenamente.
|